jueves, 29 de septiembre de 2016

Rodolfo Enrique (el Gringo)



     El pasado martes 20 de septiembre junto a Lía , nuestros hijos, nietos y algunos primos nos reunimos para celebrar que ese día el Gringo, mi padre, hubiese cumplido 100 años, y era una ocasión muy adecuada para recordarlo. La reunión fue en lo de Lía mi hermana, luego de haber escuchado una misa en la Iglesia del Corazón Eucarístico, sobre la calle Montevideo, y el encuentro sirvió para renovar eso que no siempre es posible de materializar, con vidas tan dispares y domicilios tan lejanos.

      Más allá del acontecimiento en sí, quisiera volcar en estas líneas -íntimas y para una difusión sólo familiar-, algunas reflexiones que me asomaron ese día y que quizás tendría alojadas en algún lugar especial de mi mente. La conclusión de todas ellas fue que mi padre "siempre estuvo" a mi lado, a lo largo de esos casi sesenta años que compartimos, ya fuese estando físicamente cerca o lejos, acompañándome, aconsejándome, alegrándose y también sufriendo a mi lado en esos momentos de dolor que todos, en algún momento tenemos a lo largo de la vida.

     Lo recuerdo de chico, de bastante chico, jugando con nosotros, sacándonos a pasear en botes de remo en el Tigre, o procurando inculcarnos algunas de esas primeras tácticas y principios del rugby a un numeroso grupo de primos y amigos, con la clara intención de fundar para nosotros un club en donde poder jugar -el Pacheco Rugby Club- para el que había diseñado hasta su camiseta, porque era sin dudas un "soñador activo". Cuando comencé -años más- a jugar en otro Club, eran frecuentes sus visitas para mirar los partidos desde el costado de la cancha, invariablemente con una boina marrón que lo distinguía a la distancia.

     Como familia, los cuatro, hacíamos bastantes programas juntos, como por ejemplo los domingos en que partíamos a escuchar misas en diferentes iglesias, cuyas historias luego nos relataba, para terminar almorzando en algún lugar cercano, y así pudimos ir conociendo los distintos barrios de la ciudad, en una forma muy amena y compartida.

     Nunca quiso influenciar en la elección de mi carrera, con seguridad para no repetir historias propias que -nos relataba- a él le hicieron dejar de lado una vocación por la construcción de barcos que siempre añoró, pero sé que le gustó que hubiese elegido la suya con total convicción, y que durante muchos años hubiésemos trabajado juntos. También estuvo junto a nosotros en cada acontecimiento familiar, alegrándose o sufriendo a la par nuestra, además de compartir semanalmente encuentros familiares que no prolongaba demasiado para dejarnos descansar.

    Cuando me alejé de Bs.As. para radicarme en Neuquén, sé que le costó bastante asumir la distancia que esto implicaba, por más que se sintiera orgulloso de la marcha de la gestión de su hijo, que seguía con mucha atención, viniendo con frecuencia a visitarnos, primero en largos viajes de tren y luego de ómnibus, para prolongar en casa algunas estadías que nos permitían mutuamente seguir actualizando vivencias y crecimientos. Tengo muy presente los festejos de sus 70, aquí en Neuquén, hoy que yo ya los he pasado.

    Luego llegaron los inevitables achaques que la vejez lleva implícitos, los que se fueron agravando sobre todo después de la repentina muerte de mamá, y entonces invertimos las visitas y era yo quien venía hacia aquí, adonde simplemente nos limitábamos a charlar y a intercambiar opiniones sobre muchas cuestiones, inclusive personales, que con mucho respeto me planteaba. Y así es como lo recuerdo, siempre atento a lo que me pudiera estar ocurriendo, presente pero respetuoso de mis decisiones, aún sin compartirlas o comprenderlas.

   No puedo decir que no lo extraño; han sido muchos años de compartir vivencias de todo tipo; cada vez que me alejaba para retornar al sur, lo hacía angustiado, porque lo veía muy solo aunque Lía estaba siempre muy atenta y solícita con él, pero no se animó a aceptar una invitación de venirse a vivir con nosotros, quizás porque su mundo estaba en su querida  Bs. As. y allí es en donde se sentía mejor, entre sus cosas.

   Con Anamá vinimos a compartir con él el que sería su último festejo de Año Nuevo, nada menos que el del año 2.000, el del cambio de siglo al que siempre quiso llegar, y que lo esperó para cumplirle ese viejo deseo, como si fuese el último, porque fue ese año el que le vio partir, con todos los temores que lo desconocido acarrea, pero con la tranquilidad de una vida correcta y honestamente transitada, en todos los sentidos, y rodeado de hijos, nietos y de su hermano mayor: sus afectos. Por mi parte tengo bien grabadas en la mente las últimas palabras que me dirigió -junto a su sonrisa esperanzada-, y ellas me acompañan siempre.

    Por todo eso que fue; por como se comportó con nosotros como con casi todos los que esa noche estábamos ahí, los que teníamos algo para agradecerle: un consejo, un apoyo, una palabra, una sonrisa, esa noche sus hijos, nietos y sobrinos, acompañados de bisnietos, nos reunimos para festejar su centenario y simplemente agradecerle  desde esta distancia que hoy -pensamos- por un tiempo nos separa..





martes, 28 de julio de 2015

Algo más sobre la Familia Verdaguer.-


     A raiz del comentario que nos hiciera llegar César García Belsunce sobre la familia Verdaguer y que se publicara anteriormente, me escribió Rodolfo H. Pompo, Verdaguer por parte de su madre, completando aquella información y agregando otros datos que nos permiten conocer la descendencia de los dos hermanos varones de Rita, hasta el presente.

     Como apuntaba César, se llamaban Antonio y Juan y ambos participaron en la Guerra contra el Paraguay, de la cual felizmente regresaron. El primero tuvo dos hijos María del Rosario, que mantuvo una cercana relación con la familia Rivarola y Lindolfo que es quien se vinculó con el circo, actividad a la que se dedicó hasta el fín de sus días, en el año 1952.

      Este Lindolfo Verdaguer tuvo dos matrimonios. Del primero nacieron Lindolfo (hijo), Armando y Oscar, y habiendo enviudado se casó con Aida Queirolo que era la única integrante femenina de un reconocido grupo de acróbatas que aquella integraba con sus seis hermanos, en actividad que les llevó a actuar con singular éxito en España, Francia y Alemania. Es de esta nueva unión que nacieron en Montevideo Lidia -la madre de quien me escribiera- y Juan Francisco, el reconocido y recordado humorista de los 60 y 70..

     Recuerda Pompo que tuvo la oportunidad de disfrutar de chico viendo actuar a su abuelo como payaso, haciendo el papel del torpe, con sus zapatones, trajes holgados y maquillaje risueño, y que era quien recibía las bofetadas que a todos hacían reir.

     De los hijos mayores de  Lindolfo, nos cuenta que Lindolfo (h) se casó con Maria Elena Brandariz y tuvieron dos hijos: Horacio y Hugo Verdaguer; en tanto que Armando se casó con Elsa Mobaied y también tuvieron dos hijos: Armando (h) y Liliana; mientras que el tercero, Oscar, que se casó con Beatriz Chichizola, tuvo tres hijos: Beatriz, Alicia y Oscar (h).

     Por la otra rama de los hermanos de Rita, tenemos a Juan, quien a su vez tuvo dos hijos: Elena y Armando, que llegó a ser General de la Nación con la actuación que recuerda César en su nota, y que según me cuenta Pompo tuvo una muerte valiente, pero trágica, a manos de quien entrara a robarle y a quien a su vez pudo matar antes de morir. Su hijo Abel Verdaguer llegó a ser Comandante de la Gendarmería y como tal Jefe de la Policía de Rosario durante el gobierno de Onganía.

     Por último me cuenta Pompo que su esposa es Susana Clifford; han tenido tres hijos -Ana María, Patricia y Susana- y cinco nietos y su hermana menor es Aída Verdaguer, casada con Luis Miranda Martas, vive en el Uruguay. También me transmite que su tía Juan Verdaguer, el famoso humorista, tuvo cinco hijos en sus primeros tres matrimonios, y que se caso cinco veces, cada 15 años y con mujeres que tenían 20, pero sin descendencia de su apellido.

     Entiendo que con los dos aportes, el de César y ahora el de Rodolfo Pompo hemos podido  completar  todos los datos relacionados con la familia Verdaguer, que tienen con Antonio Verdaguer y María Piera los mismos lazos de sangre que nosotros, los Rivarola.  

      

     

miércoles, 30 de julio de 2014

La familia de Rita Verdaguer.-

   
     Todos sabemos en la familia que Enrique, el primero de los Rivarola de nuestra rama que se radicara en estas tierras argentinas, a mediados del siglo XIX, estaba casado con Rita Verdaguer, de origen catalán,  y es de ellos dos que todos nosotros somos sus descendientes. Empero son muy pocos los que conocen que fue de esta familia -la de los Verdaguer- de la cual -en cierta forma- también formamos parte, y por eso me ha parecido muy interesante volcar en estas páginas de relatos familiares, un colaboración que me enviara Cesar García Belsunce, de la 3a. generación de los Rivarola en la rama de Rita, la menor de los hijos de aquellos Enrique y Rita.-

     " Rita Verdaguer era la segunda hija de Antonio Verdaguer y de María Piera. Antonio y María tuvieron por lo menos cuatro hijos: Francisca y Rita, nacidas en Barcelona y Juan y Antonio, nacidos en el Río de la Plata, no se sabe si en Montevideo o en Buenos Aires.

      Ya en América, Francisca casó en Buenos Aires con un señor de apellido Baizán, de quien tuvo tres hijos: Julio, Delmira y Francisca, pata todos "Panchita", que mantuvo relación con sus primas Rivarola, es especial con Lola. Yo la conocí en las bodas de oro de Lola: una viejita menuda y muy alegre, que derrochaba simpatía. Delmira, por su parte, casó con su primo Enrique Rivarola, con quien tuvo a Victor Enrique y a Enrique Esteban.

         Rita nació el 18 de agosto de 1838 y se casó a los 18 años en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1856 con Enrique Rivarola, nueve años mayor que ella. Tuvo la larga descendencia que conocemos y falleció en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1880.

          Su hermano Juan se alistó muy joven en las tropas argentinas que lucharon contra el Paraguay; no sabemos con quien se casó, pero sí que tuvo dos hijos: María y Juan. María permaneció soltera, cuidó de los hijos de Enrique E. Rivarola cuando este enviudó, y fue muy compañera de Rita Rivarola de Belsunce, amistad peculiar pues siempre discutían y se peleaban, pero no podían estar la una sin la otra. María disponía de la pensión de su padre como Guerrero del Paraguay.

           Su hermano, Juan, espíritu bohemio, desapareció un buen día y nunca se supo de él; se decía en la familia que era dueño de un circo. Reapareció años después con sus hijos, Ricardo, Juan -que fue un célebre cómico en el cine y en la TV nacional- y otros de cuyos nombres no ha quedado memoria.

         El hermano menor (de Rita), Antonio, tuvo una vida normal. Se casó -no he encontrado quien recuerde el nombre de su mujer- y tuvo dos hijos: Elena y Armando. Elena era una mujer distinguida que se casó con un Martinez Ferrer, de las primeras familias cordobesas. Era escribano y se dedicó a la política, a consecuencia de lo cual, en vísperas electorales, fue asesinado en cercanías de su casa. No conozco en que circunstancias ella perdió -o fue despojada- de los cuantiosos bienes de su marido y tuvo serios problemas para educar a sus cuatro hijos.

            Estos fueron Horacio, que se distinguió como pintor y casó con Graciela Peiró; María del Valle, bonita y muy entretenida, que visitaba nuestra casa muy asiduamente y fue una de las mejores amigas de mi madre. Estaba muy orgullosa de su rancia estirpe cordobesa y se lamentaba de tener que trabajar como empleada en el Ministerio de Guerra, cargo que le había conseguido su tío Armando; ya grande se casó con el Dr. Jorge Ballesteros, un señor a su medida. Sus otras dos hermanas fueron Ofelia y Olga, más bien feitas, que creo que permanecieron solteras.-

            Armando Verdaguer fue militar; hombre alto, bien parecido y simpático, permaneció en el Arma de Ingenieros; ascendió a General de Brigada y en diciembre de 1936 fue Comandante de las Fuerzas Aéreas del Ejercito y le tocó inaugurar la Escuela del arma en las afueras de la ciudad de Córdoba, cargo que desempeñó hasta agosto de 1938.

            Pasó a ser Jefe de la Dirección General de Ingenieros Militares y ese año le tocó intervenir en la denuncia del negociado de las tierras del Palomar. Las 220 has. estaban tasadas en $ 1.900 la ha. pero fueron compradas en $ 11.000 cada una. Consultada la Dirección General de Ingenieros dictaminó el 15 de febrero de 1939 que el valor era de $ 1.900 la ha. pero que atento los costos de un juicio por expropiación sería razonable un precio máximo de $ 4.000 por unidad. Al día siguiente Verdaguer elevó ese dictamen al Ministro, que fue determinante para la denuncia del senador Villafañe, que le costaría la renuncia al Ministro de Guerra, Gral. Márquez, y donde hubo siete condenados a prisión. Tras el golpe de estado de 1943 Verdaguer fue nombrado Interventor de la Provincia de Buenos Aires, tras lo cual se retiró a su vida privada. Tuvo una hija, cuyo nombre no recuerdo".

Apostillas.- Hasta ahí el relato de César. Me han llamado la atención algunas referencias. En primer lugar lo ligado entre sí que en sus inicios se encontraban las dos familias, Baizán-Verdaguer y Rivarola- Verdaguer, al punto que Delimira Baizán-Verdaguer se casó con su primo hermano, por parte de ambas madres, Enrique Rivarola-Verdaguer; luego se apunta que Francisca "Panchita" Baizán, mantuvo una muy buena relación con sus primas, sobre todo con Lola Rivarola, iniciadora de la estirpe de los Rocca Rivarola; y que Rita, la menor de las Rivarola hijas de Enrique y Rita Verdaguer, fue muy amiga de su prima María Verdaguer, con la cual mantuvo una relación de amor y desencuentros permanentes.

La segunda referencia que no por conocida, me sorprende del relato es la historia del segundo Juan Verdaguer, el hijo del Guerrero del Paraguay y hermano de María, de quien recordaba haber escuchado decir a mi padre que quedó perdidamente enamorado de la trapecista de un circo que pasó por donde él vivía y se fue tras ella, reapareciendo muchísimos años después con varios hijos y, según el relato de César, siendo "el dueño del circo". También recuerdo haberle escuchado alguna vez a Juan Verdaguer -el tercero de este nombre- que efectivamente eran un gran comediante, relatar las historias de su nacimiento e infancia en un circo en el que trabajaban sus padres. Una linda historia y ....además.....quien no habrá soñado alguna vez con irse detrás de un circo !

También llamó mi atención las referencias tan concretas al negociado con la compra de las tierras del Palomar -con destino a la Escuela de Guerra- que nuestro bueno de Armando Verdaguer logró desbaratar, a estar al relato. Esto muestra que, lamentablemente, también nuestro pasado tiene mucha historia de   negociados y trampas, y que pareciera que estamos como predestinados a convivir con ellos, día a día.... que no aprendemos más.

Finalmente recuerdo que en una antigua entrada de este blog hay un relato del traslado de los restos de  Enrique y Rita, los fundadores de nuestra familia, los que finalmente reposan juntos y en paz, para siempre.


              

lunes, 21 de abril de 2014

Doménico Rivarola ( un patriota corso)


    Patricia de Elias, Rivarola de la 4a. generación por parte materna, encontró un viejo manuscrito de su madre, escrito en dos hojas de un cuaderno, con una semblanza de este personaje, y puestos a investigar un poco, nos parece interesante incorporar a este " archivo " familiar algún comentario de quien naciera en Bastía, la capital de la isla, en el año 1687. 

     Como todos sabemos los Rivarola son de la orilla de enfrente, de Chiavari, y en su gran mayoría adhirieron siempre a la causa genovesa. Sin embargo, el padre de Doménico, Nicolo Rivarola al casarse con Paola María Verdoni d´Omessa, perteneciente a una de las familias más tradicionales de Córcega, se traslado a vivir a la isla en donde se consolidó su familia. Allí nació Elena, quien con el tiempo se casó con Ignazio Frediani, mientras que Doménico lo hizo con Diana Fedriani, hermana de aquel y cinco años mayor que su esposo.

        Dada su condición de parentesco tanto con los corsos como con los genoveses, cuando comenzaron los conflictos entre ambos Doménico procuró intermediar para que, haciéndose concesiones recíprocas, se evitara un conflicto que se adivinaba sería prolongado y ciertamente con las desventajas que todo conflicto armado acarrea. Sin embargo " la Serenísima " -como era conocida por entonces la República de Génova -permaneció sorda a sus consejos, motivando que Doménico se volcara totalmente en defensa de los intereses de su tierra de nacimiento.

        Así, al arribar a la isla en el año 1736 un pintoresco personaje alemán como fue el barón Teodoro de Neuhoff, quien aprovechando la euforia independentista local logró ser proclamado rey de Córcega -tras prometer que así se lograría el apoyo de países europeos hacia la causa de la isla-, Doménico fue designado nada menos que Secretario de Estado, pero esta gestión real no se prolongó más que por ocho meses ya que el bueno del barón debió alejarse para conseguir personalmente los apoyos prometidos -que no llegaban- y nunca más regresó.

          En tanto nuestro Doménico partía, a su vez, hacia Cerdeña con el mismo objetivo, logrando que efectívamente, Carlo Manuel III, rey de Cerdeña, apoyara la lucha de sus vecinos, designando a Rivarola coronel de las tropas que reclutara en esa isla y a las cuales se le agregaron inglesas y austríacas, con las cuales logró infringir a los genoveses una importante derrota al conseguir expulsarlos de Bastía, su bastión familiar, que así recuperó para la causa de la independencia, siendo ascendido al grado de general, ahora de las tropas corsas, todo lo cual derivó en que la República de Génova tomara venganza poniendo en prisión a dos de sus hijos varones - Antonio y Nicolo - a quienes se amenazara de muerte y confiscando los bienes que por herencia tenía en Chiavari, lo que no amedrentó a nuestro pariente que siguió implacable en su lucha logrando -junto a otros patriotas- ir recuperando casi todas las plazas que los genoveses ocupaban.

          Al no poder mantener el poder efectivo sobre esas ciudades, la estrategia genovesas consistió en comenzar a sembrar desconfianzas entre los diferentes jefes del movimiento insurreccional, logrando finalmente generar un marco de descontento hacia la figura de Doménico quien renunció a los cargos que desempeñaba y se alejó hacia el continente, más precisamente a Turín, con la finalidad de obtener ayuda de los países europeos aliados a Cerdeña para consolidar el movimiento independentista en Córcega, pero allí repentinamente le alcanzó la muerte, en el año 1748, a la edad de 61 años,  sin haber podido ver triunfar su objetivo de lograr -para su tierra- la independencia de Génova, que finalmente llegaría de la mano de los franceses bastante tiempo después.

              Doménico y su esposa Diana tuvieron nueve hijos, tres varones y seis mujeres, de las cuales cuatro fueron monjas. De los varones, Francesco, el mayor y militar como su padre, al servicio de los reyes de Aragón pero también colaborando con su padre, falleció en un enfrentamiento en Nápoles dos años antes que aquel.

             Antonio, el sexto hijo de Doménico, nacido en 1719 y educado en Siena, fue militar como su padre y su hermano mayor y representante oficial en el continente del líder del movimiento rebelde corso Pascual Paoli, con el cual mantenía secreta correspondencia por medio de una hermana suya -Doménica- superiora de las Hermanas Ursulinas; casado con Anna Porzia Barbaggi, única heredera de una de las familias más ricas y encumbradas de Córcega, tuvieron cuatro hijos, dos mujeres y dos varones, siendo seguramente hija de alguno de estos dos varones la famosa -en nuestra familia- Francesca Rivarola, la frustrada pretendiente de Napoleón Bonaparte a quienes se les impidió casarse por ser considerado -el novio- un "pobre tenientillo" del ejército francés, y terminar sus días -la novia- como Abadesa en un Convento de las Clarisas

       En cuanto al tercer hijo varón de Doménico, que fue Nicolao -el menor de los nueve- que fue capturado por los genoveses junto a su hermano Antonio, en el año 1765 emigró a Inglaterra en donde se estableció, dando origen a la primera de las dos ramas de nuestra familia que allí residen.

          De las seis hijas mujeres de Doménico, Ignacia, Doménica -la espía patriota-, Donalice y Aurelia fueron monjas, mientras que Violante y Anne Marie se casaron y tuvieron descendencia, con el apellido de sus respectivos maridos

                 



   






   

              









viernes, 28 de marzo de 2014

La descendencia de Esteban Rivarola

      Todos los que provenimos de la rama que iniciara -en la Argentina- Enrique Rivarola, sabemos que llegó al país desde su Chiavari natal en el año 1848, con 19 años de edad cumplidos durante la travesía y que venía  acompañado de su hermano Esteban (Stefano), nueve años mayor y que a su vez viajó junto a su esposa María Ana Garibaldi y a su pequeño hijo José María (Pepe), de un año. Pero es muy poco lo que se conoce que sucedió con Esteban y su eventual descendencia.

      Por algunos comentarios que vierte Rodolfo Rivarola -su sobrino- en el libro de la familia, sabemos que puso una casa de joyería y platería, primero en Buenos Aires y luego en Rosario, adonde un tiempo después se trasladaron los dos hermanos con sus respectivas familias -Enrique ya estaba casado- ocupando una propiedad que adquirió Esteban en la calle Córdoba junto al edificio de la Sucursal del Banco Nación, y en la cual  comenzaron a llegar los hijos de ambos.

       También por el relato de Rodolfo sabemos que retornó a Italia, aproximadamente en el año 1860, y casi nada más. Puesto a investigar sobre su descendencia, encontré entre los papeles de mi abuelo Horacio -que guardaba mi padre- una carta fechada en Génova el 4 de enero de 1923, escrita en español por uno de los hijos de Esteban, muy probablemente César, y en la que -a pedido de mi abuelo- le refiere  las fechas y lugares de nacimiento de sus hermanos, y a partir de esa información continué indagando sobre ese particular, junto a la invalorable ayuda de un bisnieto de Esteban -Daniele Bo- que reside actualmente en Génova, y entre los dos fuimos procurando dar forma al árbol de los descendientes de aquel, que si bien está aun incompleto, considero que ya es tiempo da darlo a conocer.

        Descendencia de Stefano Rivarola (1822) y Maria Ana Garibaldi (1824), casados en Italia en el año 1845. Ellos tuvieron tres hijos:

1.- José María Rivarola (Pepe), nacido en Chiavari en 1847, de quien refiere Rodolfo Rivarola en el libro de la familia que fue marino mercante; que como tal hizo algunos viajes a Buenos Aires y que luego de haberse retirado se desempeñó como Consul argentino en Chiavari durante unos cuantos años.

        Pepe Rivarola se casó en el año 1889 con Ercilia Saplanza y tuvieron dos hijos: 

       1. 1 .- Carlo Stefano Rivarola -el Marqués- que tuvo tres matrimonios y que vivió entre Chiavari y Franckfurt (Alemania), adonde habría casado por última vez con Elisabetha Reissman,  en el año 1982 .
En la familia Rivarola italiana, risueñamente, se lo llamaba "il Marchese Rivoltella" (revolver), porque contaba que habiendo encontrado a su esposa en la cama junto a otro, allí no más "pum...pum....pum y asunto arreglado"

          El Marqués tuvo a su vez dos hijos varones:

         1. 1. 1.- Giuseppe María, fallecido en el año 1982, quien a su vez es el padre de

       1. 1. 1. 1.- Alfredo Rivarola, que actualmente vive en la Toscana y que junto a sus hermanos -de quienes aun no tenemos referencias concretas- serían los únicos Rivarola que en Italia mantienen nuestro apellido, a menos que también hubiese tenido descendencia masculina su tío:.

         1. 1. 2.- Paolo Camilo.  ( De quien no tenemos ninguna otra referencia o dato)


2.- Ricardo Rivarola, nacido en Buenos Aires en el año 1852, falleció, sin descendencia, en Génova en donde vivía en una gran mansión, ya que habría tenido una gran fortuna..

3.- César Augusto Rivarola, nació en Rosario en el año 1854; trasladado  a Italia junto con su padre, permaneció allá trabajando como fotógrafo, actividad en la que fue muy reconocido..

           En el libro de la familia que escribiera hace muchos años Rodolfo Rivarola se menciona que Esteban retornó con su familia a Italia a comienzos de 1861. Pero lo que no se nos dijo fue que allá en Italia enviudó y se volvió a casar unos diez años después, en el año 1872 con Rosalía Solari, para volver a la Argentina adonde tuvieron cuatro hijos más:.

 4.- Guido Rivarola, nació en Rosario en el año 1872 y ya mayor vivió en Italia en donde se casó con una francesa, Elvira Favre que, cuando enviudó, se fue a vivir con su cuñada Elena Rivarola en Sestri Levante.

5.- Emma Rivarola, nació en Rosario en el año 1876 y aquí permaneció viviendo siempre. Se casó con Juan Windels, y tuvieron dos hijos, ninguno de los cuales tuvo descendencia.

     5. 1.- Ricardo Windels.-

     5. 2.- Guillermina Windels

6.- Aurelio Rivarola, nació en Rosario en el año 1878, pero murió infante.-

7.- Elena Rivarola, la menor de los hijos de Esteban, nació también en Rosario, en el año 1883, por lo que era 35 años menor que su hermano José María (Pepe). Se casó en Italia con Victor Bo, residiendo en Sestri Levante, adonde tuvo un hijo varón:

     6. 1.- Marco Bo.- Este primo segundo de mi abuelo Horacio y a quien conocí en su casa, se había casado en Rosario con Elisa Gambero y trasladado durante la década de los 50 a la Argentina por cuestiones laborales, estuvo muchos años radicado en el sur del Gran Buenos Aires (Coghlan) adonde nacieron y se criaron sus dos hijos varones:

    6. 1.- Vittorio Bo, actualmente radicado en Milán, se casó con Federica Cassini y tuvieron tres hijos:

       6. 1. 1.- Marco Bo.-

      6. 1. 2.-  Benedetto (como su bisabuelo, el padre de Esteban y Enrique) Bo.-

      6. 1. 3.-  Ludovica Bo.-

        6. 2.- Daniele Bo, actualmente radicado en Génova, se casó con María Giossepina Cottelessa y tuvieron dos hijas mujeres, una de las cuales está actualmente de novia con Federico, el hijo menor de Florencia Rivarola:

        6. 2. 1.- Marta Bo.-

        6. 2. 2.- Elena (como su abuela, Elena Rivarola) Bo.-


              Por lo que hemos podido reunir, entonces, el tío Esteban o Stefano tuvo siete hijos, de dos matrimonios, siendo padre de Elena, la menor, cuando tenía 60 años. No obstante, existe descendencia sólo del mayor, Pepe, por quien se mantiene actualmente en Italia el apellido Rivarola y de la menor, cuyos descendientes son los Bo.





miércoles, 12 de febrero de 2014

Religiosos en la familia



     En un manuscrito en italiano que se encontraba entre viejos papeles y antecedentes familiares que guardaba mi abuelo Horacio, y que según se indica en su encabezado ha sido copiado del 4o. volumen de otro manuscrito, se transcribe un relato de Filippo Casoni en los "Anales de Genova" en el que luego de relatarse la conocida historia inicial de los Rivarola y su radicación en el primitivo Castillo cercano a Chiavari, se detiene luego en la enumeración de las que denomina "Dignidades Eclesiásticas en la familia Rivarola" que me pareció interesante darla a conocer.
     La transcripción que sigue es textual:
    ---- " Beato Bonifacio de Rivarola; de las Ordenes Menores franciscanas; Maestro provincial de la misma Orden en el año 1300; murió ese año en el Convento franciscano de Génova, donde fue sepultado. Sus sagrados restos fueron encontrados en esa iglesia en el año 1636 y llevados en solemne procesión a la ciudad, para luego ser colocados en un altar de la misma Iglesia conventual."
    ---- " Paolo Rivarola; hijo de Francesco y nieto de Doménico; fue Nuncio en Portugal y murió envenenado, en la calle.
            Se añade en el texto que su padre -Francesco- fue quien en el año 1533 recibió del Emperador Carlos V la confirmación del "privilegio" del Emperador Maximiliano -abuelo de aquel-. Este Francesco intervino luego en la conspiración al conde Gio Luigi Fiesco (sus enemigos de cinco siglos) y fue declarado rebelde. Obtuvo la Abadía de San Antonio de Parma para Monseñor Giulio, su hijo, quien así sucedió a Matteo Rivarola (ver más abajo), cuando este fue designado Arzobispo de Génova."
    ---- " Oberto Rivarola; hijo de Ambrogio y nieto de Oberto; Refrendario de una y otra Signatura y Gobernador en Peruggia
     Se aclara que la Signatura Apostólica, más formalmente, es el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, la más alta autoridad judicial de la Iglesia Católica, junto al Papa. Al aludirse a "una y otra" seguramente se hace referencia a la de Génova y a la de Roma.
    ----- " Matteo Rivarola; hijo de Vincenzo; Abad de San Antonio en Parma; transferido en el año 1596 al Arzobispado de Génova, por cesión de Alessandro Centurione. Murió en el año 1.600 y su cuerpo se encuentra en la Catedral de San Lorenzo."
    ----- " Doménico Rivarola; hijo de Octavio; fue obispo de Alonia en Córcega en el año 1608; fue nombrado Cardenal en San Martino ne ´ Monti por el Papa Paolo V  en el año 1611 "
     Se añade en el texto que instituyó dos becas, abiertas, para asistir al Colegio de Estudiantes  de Siena, para alumnos que debían ser escogidos por su hijo Francesco y luego por los sucesores de éste.
    ----- " Ottaviano Rivarola; obispo de Aiaccio en Córcega en el año 1627" Se agrega en el texto que Stefano Rivarola .hijo de Ottavio, que habia sido Senador de Génova en el año 1619, era el Gobernador de Cóocega desde el año 1620."
   ----- " Marco Rivarola; Canónico de la Catedral de San Lorenzo y Arcipreste de la Iglesia Parroquial de Ntra. Signora delle Grazie en el año 1629, que hizo restaurar y embellecer con ornamentos marmóreos la Capilla de la Madonna, como lo refiere su lápida."
    ------ " Paolo Simone, religioso de los Frati Carmelitani Scalzi; luego de la legacía pública al Rey de Prusia, fue Procurador General de su Orden en el año 1632."
    ----- " Giovanni Antonio Rivarola, sacerdote de los Ermitani di Sant´Agostino; Maestro de Teología Sagrada y autor de la obra incluida por Raffaello Sopranis en "Li scritori della Liguria" del año 1626".-
    ----- " Agostino Rivarola, hijo de Negrone; obispo de Albenga en el año 1730 (esta fecha es errónea porque nació en el año 1758) ".
     De este Agostino hay mucho material, más allá de lo sintético de esa referencia, porque fue Cardenal, elegido en el año 1817 como premio a numeroso servicios prestados con anterioridad a la Santa Sede, y falleció en Roma en el año 1842 a la edad de 84 años y fue enterrado en la Iglesia de san Marcello al Corso en el altar de la Addolorata en un sencillo sepulcro que había ordenado en vida.
    ----- Más allá de todas esas antiguas referencias, los Rivarola de este lado del Atlántico también hemos tenido -y aun tenemos- entre nosotros a varios miembros dedicados a Dios en diferentes lugares.
    ----- Desde luego que entre ellos está nuestra querida madre Stela Rosa Rivarola, de la 3a. generación argentina, de la Comunidad Religiosa del Sagrado Corazón; mientras que Cecilia  Vaccarezza -hija de Inés Roca Rivarola- de la 4a. generación, pertenece a las Hermanas Catalinas.
     ----- Entre los varones, actualmente tenemos a dos sacerdotes en la familia: Juan de Nevares, hijo de Malelé Rivarola, en el Opus Dei y a Agustín Rivarola -hijo de Ignacio y nieto de Pepe- que es jesuita. El primero es de la 4a. generación mientras que Agustín -además- es de la 5a. por parte de su abuela paterna.


Nota.- En el comentario titulado "Los Rivarola Genoveses" en este mismo blog hay bastantes referencias de los eclesiásticos que arriba han sido mencionados.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Clelia Susana (la Beba) Luro Rivarola.-


                               


     En los primeros días de noviembre falleció en Buenos Aires, a los 86 años,  una de las descendientes de los Rivarola de la Argentina que actualmente contaba con mayor edad: Clelia Luro, Rivarola por parte de su madre, también Clelia, una más de esa larguísima lista de primos hermanos que era los nietos de Rodolfo Rivarola, y con quien mi padre -el Gringo- tuvo un lindo vínculo, sobre todo durante la niñez de ambos, aunque mi padre eran algo mayor. Quizás por eso -no lo se- el la apodaba "la Beba", y siempre siguió llamándole así "la Beba Luro" a pesar del transcurso de los años, de modo que recurriré a ese apelativo para referirme a ella, desde luego que de una manera muy cariñosa.
                                      
     Los lindos recuerdos de la niñez y la primera adolescencia se vinculan, con muchísima frecuencia, a los veraneos, a esos largos períodos de ocio compartidos con hermanos y primos. En este caso, los recuerdos de mi padre se remontaban frecuentemente a los que habían pasado en "el Chara", una viejísima estancia que Rufino Luro Cambaceres -padre de Clelia y uno de los pioneros de la aviación civil de nuestro país- tenía en la desembocadura del rio Colorado, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
    Con los años, su primer matrimonio llevó a la Beba a radicarse en Salta, donde nacieron cinco de sus seis hijas mujeres, una de las cuales -Nanina- durante algunos inviernos venía a vivir con nosotros a Buenos Aires para poder concurrir a una escuela especial que estaba tan lejos de su casa salteña. Para nosotros - Lía y yo- que sólo eramos dos hermanos tener en casa a Nanina, como una hermanita menor, era toda una fiesta.
    Pasaron los años y un buen día nos enteramos que la Beba Luro se había venido de Salta a Buenos Aires, con sus hijas y una más en camino, y algún tiempo después estalló "el escándalo" de su relación con el obispo de Avellaneda, Mons. Jerónimo Podestá, uno de los hombres más influyentes de la Iglesia argentina de los años 60, con todas las consecuencia que esto implicó y que tanto hizo sufrir a ambos, quienes a pesar de todo permanecieron juntos, enfrentando cuanto se les puso en contra y dando un permanente batallar por lo que consideraban injusto: el famoso celibato sacerdotal obligatorio de la Iglesia occidental.
    Casados por la ley argentina, Clelia enviudó en el año 2.000, pero siguió adelante con su prédica constante en favor de la derogación de esa norma eclesial, compromiso infatigable en el que le sorprendió la muerte, ya que se había contactado con el Papa Francisco -con el cual mantenían una vieja amistad- para hacerle llegar su último libro con destino al grupo de Cardenales que está analizando los eventuales cambios y modificaciones que la Iglesia de hoy viene reclamando.
   En la familia grande de los Rivarola de la Argentina no pudimos disfrutar de su presencia cuando nos reunimos el año pasado. Hoy, lamentamos profundamente su partida y acompañamos con todo cariño a sus hijas, nietos y nietas, y con seguridad bisnietos, pero sabemos que luego de tantas batallas, finalmente han logrado su objetivo: vivir juntos y en paz.